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Gastroenterología y algo más… Ent revista Dr. Carlos Quintana Villa r - C. Jiménez R. et al. madores de Especialistas en Medicina Interna; entre 1981 y 1994 (dependiente de la Comisión Central de Acreditación nombrada por la Asociación Chilena de Facultades de Medicina) y es presidente hasta la fecha de la Comisión de Certificación de Gastroenterólogos de la Corporación Nacional Autónoma de Certificación de Especialidades Médicas. La carrera del doctor Carlos Quintana Villar también ha estado intensamente ligada con la Sociedad Chilena de Gastroenterología, institución a la que se integró desde joven, pasando a ser parte del Directorio de la entidad en el período 1976-1978. Entre 1986 y 1988 fue Vicepresidente, para luego asumir como Presidente de la organización entre julio de 1988 y julio de 1990. En 1992, y coincidiendo con su salida del directorio tras ocupar el puesto de Pastpresidente, la Sociedad Chilena de Gastroenterología reconoció el gran aporte del doctor Quintana entregándole el premio “Invitado Nacional Ernesto Prado Tagle”, en el Congreso realizado en la ciudad de La Serena. Cercano a cumplir cincuenta años de matrimonio, el doctor Carlos Quintana Villar es orgulloso padre de siete hijos. Los inicios Hijo del Vice Almirante Manuel Quintana Oyarzún y de la señora Carmen Villar Stiglich, los primeros años de Carlos Quintana transcurrieron en la ciudad de Viña del Mar. Apasionado por la literatura, los buques de guerra y la historia de Chile, el camino del entonces pequeño Carlos, estudiante del colegio Padres Franceses parecía ligado al mundo naval. Según recuerda, “me inscribí en la Escuela Naval cuando estaba en cuarto año de estudio de secundaria, pero luego me di cuenta que eso no era para mí”. Siendo un muy buen alumno y con facilidad para todas las materias, el doctor Quintana señala que uno de sus mentores en la época escolar fue el sacerdote y filósofo Rafael Gandolfo, quien le aconsejó ingresar a la escuela de medicina. “Mi papá quería que yo fuera médico, me acuerdo como el día de hoy cuando él, marino de corazón y subdirector de la Escuela Naval, me llevó y me mostró todas las instalaciones y me dijo piensa en la Universidad”, recuerda. Lo que vino después fue ingresar a la Pontificia Universidad Católica, una época que según rememora el doctor Quintana no estuvo exenta de dificultades. “Los profesores que me tocaron en la Católica eran buenos, pero no me dejaron totalmente satisfecho, entonces estuve dudando si retirarme o no”, señala agregando que, sin embargo, hubo académicos que tuvieron una gran influencia. “El doctor Roberto Barahona que era exigente y estricto, pero era un gran profesor y el otro era el doctor Rodolfo Rencoret, que era un gran clínico y el doctor Santiago Raddatz, quien me trató y me apoyó en una larga enfermedad”, explica. Siguió estudiando y fue un alumno destacado. Terminados los primeros años, llegó el momento de elegir a qué dedicarse. “Primero quise ser internista general, sin embargo, solicité al Dr. Enrique Montero, que me aceptara como su ayudante. Empecé a trabajar y a estudiar con él, quien me invitó a estudiar juntos el Síndrome de Mala Absorción Intestinal y concretamente la Enfermedad Celíaca del adulto, que en aquella época no era muy conocida en Chile”, comenta. Posteriormente, fue becado a Estados Unidos por la Fundación Kellog y el American College of Physicians, “entidades a las que fui presentado por el doctor. Ramón Ortúzar, Profesor Jefe de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile”, comenta el doctor Quintana, añadiendo que “la beca se inició en mayo de 1960 y transcurrió con una fase de 6 meses de estudio en Medicina Interna en la Universidad de Cornell en Nueva York bajo la dirección del doctor Tomas Almy”. “El 1 de diciembre de ese año se inició la segunda parte y principal de mi beca en la Universidad de Michigan (Ann-Arbor), desde diciembre de 1960 a junio de 1963. En dicho período el programa consistió en un entrenamiento clínico y al mismo tiempo investigación básica”, recuerda el doctor Quintana. La investigación se centró primeramente en el estudio experimental de la mala absorción intestinal en un modelo animal (visones), “que estaban enfermos de una diarrea grasa que creímos que podía corresponder a algo similar a la Enfermedad Celíaca de los humanos. Los resultados de éste trabajo fueron presentados por el doctor Arthur French en el Federation Meeting de 1962”, explica señalando que “posteriormente, dirigido por el Dr. Edward Napier, estudiamos la función intestinal desde el punto de vista que es un órgano no solamente absortivo, sino capaz de una activa biosíntesis de lípidos. Este trabajo concluyó demostrando cuantitativamente la importancia de esta función”, señala enfático. En este mismo período, el especialista trabajó también en el campo clínico dirigido por el doctor French, “quien me enseñó el cuadro clínico de la enteritis regional que en aquella época era prácticamente desconocida en Chile y que actualmente se denomina enfermedad de Crohn, siendo hoy relativamente frecuente en nuestro país”, comenta, agregando que “el año 1963 empecé a estudiar pacientes con patologías intestinales, tanto celíacos como con enfermedad de Crohn. Nuestra primera presentación casuística de esta última enfermedad fue hecha en el primer curso del American College of Physicians del año 1968, 48 Gastroenterol. latinoam 2016; Vol 27, Nº 1: 47-50


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