Aspectos éticos en la donación de órganos, más allá de sólo generosidad

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Gastroenterol. latinoam 2016; Vol 27, Nº 1: S 76-S 78
Autores:

Iván Pérez H.

Ethical aspects in organ donation, beyond generosity

AbstractResumen
Organ donation for transplantation raises ethical dilemmas which demand a response from an anthropological vision respectful of the human person and his dignity. The ethical principles that should be respected primarily are: the defense of physical life, self-determination and non-instrumentalization of human beings. The act of donation is essentially altruistic and, as such, cannot be mandatory; consent process shall be ethically valid if it contains sufficient information and if is signed by a competent person, free of coercion. In the case of living donors, the act shall be lawful if there is an adequate relationship between the risks for the donor and the expected benefits for the recipient. Deceased organ donation occurs in two circumstances, when death is certified by neurological criteria (brain death) or by cardiovascular criterion (circulatory death); the latter usually occurs in critically ill patients in whom it has been decided to limit the therapeutic effort withdrawing life support measures. In decision-making at the end of life, physicians should always pursue the good of the patient, regardless of their status as potential donor; also, the medical team must have reasonable certainty that death has occurred when removing the organs. The person must always be treated as an end in itself and never as a mere means for obtaining other purposes, however laudable they may be.

La donación de órganos para trasplantes plantea dilemas éticos cuya respuesta demanda una visión antropológica respetuosa de la persona humana y su dignidad. Los principios éticos que deberían respetarse primariamente son: la defensa de la vida física, la autodeterminación y la no-instrumentalización del ser humano. El acto de donación es esencialmente altruista y, como tal, no puede ser obligatorio; el proceso de consentimiento será éticamente válido si es informado, suscrito por una persona competente y libre de coacción o coerción. En el caso del donante vivo, el acto será lícito en la medida que exista una relación adecuada entre los riesgos a que se somete el donante y los beneficios esperados para el receptor. La donación de órganos por alguien ya fallecido ocurre en dos circunstancias, según si la muerte se certifica mediante criterio neurológico (muerte encefálica) o por criterio cardiovascular (muerte circulatoria o en asistolía); este último caso ocurre habitualmente en pacientes críticos en quienes se ha decidido limitar el esfuerzo terapéutico suspendiendo medidas de soporte vital. Un correcto actuar médico siempre debe privilegiar el bien del paciente en la toma de decisiones al final de la vida, con independencia de su condición de potencial donante; asimismo, el equipo médico debe tener razonable certeza que la muerte ya ha ocurrido al momento de extraer los órganos. La persona debe ser tratada siempre como un fin en sí misma y nunca como mero medio para la obtención de otros fines, por muy loables que éstos sean.


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